El 29 de noviembre último, en el templo de San Felipe Apóstol del distrito limeño de San Isidro, fue recordada la partida de Mons. Germán Schmitz. Presidieron la celebración eucarística Mons. Salvador Piñeiro García-Caderón, obispo Castrense y auxiliar de Lurín; Mons. Juan Carlos Vera Plascencia, MSC, obispo de la prelatura de Caravelí; Mons. José Hugo Garaycoa Hawkins, obispo emérito de Tacna y Moquegua; y Mons. Luis Armando Bambarén Gastelumendi, SJ, obispo emérito de Chimbote. Con ellos concelebraron más de 20 sacerdotes, en su mayoría provenientes de la Diócesis de Lurín y más de 300 personas muchos de ellos testigos directos de la sencillez y calidad humana de Germán.
El cono sur, como así lo conoció Mons. Germán, es un pueblo con el cual mantenía una relación muy especial. Quizás fue la fuente que permanentemente alimentó su fe y su fortaleza. Pero también los arenales, fue lugar donde verificó su amor de pastor por los pobres. En estas pampas, supo percibir permanentemente la presencia de Dios encarnado y revelado entre los sencillos y humildes. Por ello, la ahora diócesis de Lurin, posee la mayor herencia al ser testigo directo del testimonio de Germán. Esta demostración, impregnada en nuestra memoria -cual nuevos evangelios- nos alienta permanentemente en nuestro caminar. De nosotros depende que la semilla sembrada por Germán en nuestros arenales y regada desde lo alto con sus oraciones, siga permanentemente germinando. Presentamos aquí 2 testimonios -de los muchos que sabemos que existen- para que nos inspiren, especialmente a los que no lo pudimos conocer, para que nos de fuerza para seguir sus pasos y edificar la iglesia que el tanto amó.