5 de diciembre de 2010

MONSEÑOR GERMAN... HOMBRE DE FE, ESPERANZA Y CERCANO A LOS POBRES



En la vida de Mons Germán (para su familia Hermann, pero me quedo con Germán), presentado en una entrevista como “alemán importado y ensamblado en el Perú” (Paz Caferatta – periodista), quiero resaltar estas características:


1. Hombre de fe, que la recibió de su familia, la vivió y compartió. La vivió desde su cercanía con las comunidades cristianas del Cono Sur de Lima a quienes les animaba: “la semilla de la palabra caería sobre buena tierra para producir sus mejores frutos: comunidades de fe y compromiso” (Palabras en la inauguración de Semana Bíblica – Santa Catalina Labouré, 1981).
No escatimó el testimoniar y vivir su fe unido a la Iglesia: “La fe no es un sistema más, es decir, no tiene un proyecto político.
Lo que la fe ofrece al cristiano son aquellos principios básicos con los cuales debe cuestionar todo proyecto político. La Iglesia ofrece orientaciones y principios para que el cristiano pueda formar una conciencia crítica que trata de responder a las realidades que abarcan la totalidad del ser humano” (Palabras antes de elecciones, 1985)


2. Hombre de esperanza, nunca dejó de sonreir y conservar la alegría en las dificultades: “en las comunidades cristianas, que conozco de cerca, me parece se nota lo que podría llamar ‘chispas’, que nos llenan a todos de esperanza, precisamente porque vienen de los más pobres y de los más sencillos. En un momento en que nuestro pueblo se siente golpeado, humanamente cabría pensar que debería hacerse más egoísta para asegurar cada uno su propia subsistencia; notamos que surgen experiencias como comedores populares y familiares, en los cuales el pueblo se une, comparte lo poco que tiene”(Entrevista, Abril 1985).
Al enterarse de su enfermedad, lo asumió como una ‘Gracia’: “mi gratitud al Señor que me ha permitido descubrir existencialmente -y no solo intelectualmente- la necesidad ineludible de la oración, de reconocimiento en Dios, el trato directo con el Señor, de tú a tú en la esperanza y caridad.<<“Gracia” también, porque la conciencia de la presencia directa de Dios no me ha alejado de los hombres. Por contraste, todo lo bueno que me está sucediendo, percibo con mayor nitidez existencial la cercanía realmente dolorosa de la inmensa mayoría de nuestro pueblo: enfermo por ser pobre, por estar desnutrido, marginado de tantos medios necesarios para la higiene. La cercanía de Dios me ha permitido descubrir con mayor profundidad que este contraste tan fuerte, que brota de nuestra estructuración social, no puede ser su proyecto de salvación para los hombres>>.


3. Cercano a los pobres, no dejó de acoger a las personas con dificultades, dirigentes populares, mineros en lucha por sus derechos, agentes pastorales, todos encontramos su cercanía de hermano. Esta cercanía a los pobres brotó de lo más profundo de su corazón que quedó plasmado en la Conferencia de Puebla (1979): la situación de extrema pobreza de América Latina en la vida real “tiene rostros concretos en la que deberíamos reconocer los rasgos sufrientes de Cristo, el Señor que nos cuestiona e interpela”.


Al recordar los 20 años de su partida al Padre, lo que sembró Mons. Germán, en esta su querida Vicaria III -cono sur de Lima, hoy Diócesis de Lurín-, como cristianos estamos llamados a vivir y crecer en nuestra fe con entrega y generosidad; anunciando y proclamando el evangelio con coraje y valentía. Finalmente reconociendo el rostro de Cristo en cada hermano, madre, niño… que sufre hambre,


enfermedad, marginación, discriminación, maltrato. Todo esto es posible, si descansamos en la roca que es Cristo con una mirada de fe al pasado, una vivencia de caridad en el presente y una proyección de esperanza hacia el futuro.


P. Cristóbal Mejía