El Evangelio de San Lucas dice que José y María, cuando llegaron a Belén, tuvieron que refugiarse en una gruta porque “No había lugar para ellos” (Lc. 2,7). En esta Navidad se ha de volver a repetir esta historia. Como creyentes católicos reconocemos el gran amor que nos muestra Dios al hacerse un hombre como nosotros y reconocemos su grandeza dentro de la pobreza, porque Jesús merecía una cuna mejor y prefirió una cueva de pastores. No hubo posada para Él. Dios guardaba silencio.
Nació allí, en Belén, pobre y humilde. Hoy vuelve a llamar a nuestra puerta para ver si hay posada para Él. Por ello te pregunto: ¿aceptaras que esta Navidad entre en tu casa?
Los acontecimientos, circunstancias por las que estamos pasando nos distraen, quizás nos estén haciendo olvidar lo más importante de nuestras vidas: Dios. Por ello les invito a hacer un alto en nuestras tareas para prepararnos y celebrar la Navidad. El nacimiento del hijo de Dios, que se hace hombre para redimirnos.
En nuestra diócesis y en general en nuestro Perú hace falta que le digamos a Jesús: “verdaderamente entra en mi casa” para que a ejemplo de los pastores lo busquemos y lo adoremos; y también, como los reyes magos le ofrezcamos lo mejor de cada uno de nosotros. Que nuestra ayuda al prójimo sea un acto de caridad con justicia. Que veamos a nuestros hermanos y hermanas como el niño que nace y que necesita de nuestra protección, de un lugar para nacer, para vivir. Que sepamos ser justos y caritativos en todas las circunstancias de nuestras vidas.
Es necesario tener este modelo de amor a Jesús y que lo sentimos sobre todo cuando nos identificamos con el mismo niño en el pesebre, frágil, pobre y con la protección de María y José. Ello nos lleva, en la figura del niño Jesús, a respetar el don de la vida, desde su concepción hasta el final. Descubrimos con asombro el regalo de nuestra existencia -de aquella que nos regala Dios- y que la Virgen y San José cuidan de nosotros. No hicimos nada para venir al mundo. Dios en su infinito amor por nosotros nos dio una familia para que nos cuidara, una familia que se presenta en el padre y la madre o en algunos casos de uno de ellos nada más, de un
abuelito o una abuelita, de un hermano o hermana, de un albergue, de unas religiosas, en fin, de las personas que Dios ha puesto para que nos cuiden. Por ello nos regala amigos que nos sienten parte de sí mismos. Nos dio la Iglesia que nos cobija y nos hace sentir la familia grande que comienza ahora y nos prepara para la comunión eterna de los santos. La necesidad del amor la sentimos desde el inicio de nuestra vida y va en aumento con el correr del tiempo. Ser amado y amar es la razón de nuestra existencia. Es esto lo que nos hace comprender al Niño en el pesebre. Esto es lo que quisiera compartir hoy en la paz de esta noche santa: nuestro Dios es Padre, nos ha dado a su Hijo como hermano para que caminase con nosotros, para que fuese luz en medio de la oscuridad y nos acompañara.
La navidad nos encuentra con…. Y pongo estos puntos suspensivos con el fin de que los llenes tú. Cómo te encuentra esta navidad. Lo importante es que siempre estés dispuesto a recibirlo y decirle a Jesús: “Gracias por haber escogido venir a nosotros. Gracias porque quiero contigo valorar lo que soy y lo que tengo y sobre todo valorar lo que me rodea. Gracias por venir a nuestra casa y no fijarte en nuestras miserias, sino valorar el trabajo como sustento diario. Gracias por enseñarnos el valor de la familia y la grandeza de tenerla. Gracias por hacerme
descubrir que hay que preocuparse por escuchar tú Palabra y llevarla a los otros. Gracias por estar con nosotros y llevarnos a ser uno contigo. Gracias por haber muerto en la cruz, habernos redimido y devolvernos la eternidad que por
el pecado lo habíamos perdido. Gracias porque con tu resurrección nos enseñas a ver la vida con sentido de eternidad y a no ahogarnos con los problemas de cada día. Gracias Señor Jesús porque hoy tendré navidad y te pido que entres a mi casa”.
Como los Ángeles a los pastores, y como lo digo en mi lema episcopal, quisiera decirles hoy: “No tengan miedo”.
No le tengan miedo a nadie ni a nada. No tengan miedo, siempre que nuestra casa esté cimentada sobre la roca que es Cristo: Dios en su infinito amor nos da el don de la vida y nos cuida, por ello no dejemos que nada ni nadie nos aparte de Él. No tengan miedo: mientras estemos cimentados sobre la Roca que es Cristo siempre seremos fuertes. Esta es la luz que brilla en la noche Buena, un Dios niño que nace, que busca lugar en cada uno de nosotros para nacer y llevarnos a Él, ¿le abrirás las puertas de tu casa?
Feliz Navidad para todos.
✤ Carlos Enrique García Camader
Obispo de la Diócesis de Lurín
Lima Sur
Es necesario tener este modelo de amor a Jesús y que lo sentimos sobre todo cuando nos identificamos con el mismo niño en el pesebre, frágil, pobre y con la protección de María y José. Ello nos lleva, en la figura del niño Jesús, a respetar el don de la vida, desde su concepción hasta el final. Descubrimos con asombro el regalo de nuestra existencia -de aquella que nos regala Dios- y que la Virgen y San José cuidan de nosotros. No hicimos nada para venir al mundo. Dios en su infinito amor por nosotros nos dio una familia para que nos cuidara, una familia que se presenta en el padre y la madre o en algunos casos de uno de ellos nada más, de un
abuelito o una abuelita, de un hermano o hermana, de un albergue, de unas religiosas, en fin, de las personas que Dios ha puesto para que nos cuiden. Por ello nos regala amigos que nos sienten parte de sí mismos. Nos dio la Iglesia que nos cobija y nos hace sentir la familia grande que comienza ahora y nos prepara para la comunión eterna de los santos. La necesidad del amor la sentimos desde el inicio de nuestra vida y va en aumento con el correr del tiempo. Ser amado y amar es la razón de nuestra existencia. Es esto lo que nos hace comprender al Niño en el pesebre. Esto es lo que quisiera compartir hoy en la paz de esta noche santa: nuestro Dios es Padre, nos ha dado a su Hijo como hermano para que caminase con nosotros, para que fuese luz en medio de la oscuridad y nos acompañara.
La navidad nos encuentra con…. Y pongo estos puntos suspensivos con el fin de que los llenes tú. Cómo te encuentra esta navidad. Lo importante es que siempre estés dispuesto a recibirlo y decirle a Jesús: “Gracias por haber escogido venir a nosotros. Gracias porque quiero contigo valorar lo que soy y lo que tengo y sobre todo valorar lo que me rodea. Gracias por venir a nuestra casa y no fijarte en nuestras miserias, sino valorar el trabajo como sustento diario. Gracias por enseñarnos el valor de la familia y la grandeza de tenerla. Gracias por hacerme
descubrir que hay que preocuparse por escuchar tú Palabra y llevarla a los otros. Gracias por estar con nosotros y llevarnos a ser uno contigo. Gracias por haber muerto en la cruz, habernos redimido y devolvernos la eternidad que por
el pecado lo habíamos perdido. Gracias porque con tu resurrección nos enseñas a ver la vida con sentido de eternidad y a no ahogarnos con los problemas de cada día. Gracias Señor Jesús porque hoy tendré navidad y te pido que entres a mi casa”.
Como los Ángeles a los pastores, y como lo digo en mi lema episcopal, quisiera decirles hoy: “No tengan miedo”.
No le tengan miedo a nadie ni a nada. No tengan miedo, siempre que nuestra casa esté cimentada sobre la roca que es Cristo: Dios en su infinito amor nos da el don de la vida y nos cuida, por ello no dejemos que nada ni nadie nos aparte de Él. No tengan miedo: mientras estemos cimentados sobre la Roca que es Cristo siempre seremos fuertes. Esta es la luz que brilla en la noche Buena, un Dios niño que nace, que busca lugar en cada uno de nosotros para nacer y llevarnos a Él, ¿le abrirás las puertas de tu casa?
Feliz Navidad para todos.
✤ Carlos Enrique García Camader
Obispo de la Diócesis de Lurín
Lima Sur